Sinaí

PENINSULA DEL SINAI
Estaba por viajar a la península del Sinaí, en septiembre de 1990 fui designado luego de
estudiar inglés y hacer unos “quizes” (preguntas de múltiple opción) donde había que alcanzar
al menos un 75% de aciertos y obtener el mejor puntaje para ser seleccionado.
Aunque todos sabemos que está en Egipto, en el Ejército solo decimos que vamos al Sinaí
(reseña histórica ?) y no que vamos a Egipto. Esta misión comenzó en 1982 y en aquel momento yo estaba en la Escuela De Armas y Servicios como instructor de la Escuela de Clases. En 1979 había finalizado el curso de “comandos” (logo y fotos?) denominado curso
“CHARRÚA” y fue el primero de ese tipo. Un curso duro y lleno de exigencias donde no faltaba
la cuota de riesgo con varias semanas donde la vida transcurría en condiciones precarias
tratando de emular una situación de combate, luego paracaidismo y finalizaba con buceo
táctico y operaciones conjuntas con la Armada y la Fuerza Aérea. Este es un curso para
realizar operaciones especiales que nos pone a prueba en muchos sentidos, desde lo físico a
lo psicológico pasando por lo emocional, uno se va endureciendo y acostumbrando a la
exigencia, se supone que nos prepara para el combate, pero en realidad, con el paso del
tiempo podría aquilatar su valía y lo pondría en aplicación en varias oportunidades, tanto como
militar, así como en mi desempeño civil en las Naciones Unidas.
Momentos de incertidumbre y situaciones de peligro contadas en estos relatos me retrotrajeron
a los días del curso Charrúa donde lo más importante era la fortaleza moral y la mente fría para
tomar decisiones que van a permitir sobrevivir en cualquier situación. La mayoría de los cursos
de operaciones especiales que se dictan en todos los ejércitos del mundo, tienen como premisa
entrenar a su personal para realizar operaciones de infiltración, operaciones antiterroristas,
5
rescate de prisioneros o escaparse si uno es tomado prisionero, todas estas actividades con
muy poco apoyo de sus propias fuerzas y casi siempre en territorio enemigo. El curso comienza
con una dura prueba física donde se hace el primer filtro, como el curso es voluntario a lo largo
del mismo muchos abandonan, ya sea por la presión psicológica o la demanda física, sin
descartar lesiones musculares, 36 oficiales y suboficiales comenzamos el curso y lo
terminamos 4 oficiales y 2 sargentos. La duración fue de casi 4 meses, las primeras 6 semanas
vivimos en una carpa emplazada en los fondos de la Escuela de Armas y Servicios lindera al
perímetro de los bañados de carrasco y el aeropuerto. Dormíamos apenas 4 horas por día, con
suerte, en general entrenábamos todo el día realizando diversos ejercicios en preparación para
el combate. Por lo general la mañana comenzaba con actividad física, defensa personal y
natación, para luego asistir a clases teóricas hasta mediodía, la tarde y la noche la
dedicábamos a distintos ejercicios prácticos llevando a cabo lo aprendido.
Casi al final del curso fuimos tomados prisioneros.
El frío del bañado calaba los huesos a finales de agosto, el olor al gas metano y una pequeña
bruma daba la impresión de estar siendo cocinados a fuego lento mientras el agua nos llegaba
casi a la rodilla, habíamos sido capturados y solo teníamos un uniforme viejo y raído y botas sin
cordones, en un cuadrado de 6 x 6 mts. rodeados de un cerco de 3 mts. de altura construido
con alambre de púas, esperábamos para ser interrogados en algún momento. Esa fue la
prueba final y había que escapar como fuera, pasamos solo una noche en esas condiciones,
los 6 abrazados para darnos calor y planeando el escape en voz baja. En la madrugada uno de
nosotros fingió estar muy enfermo y cuando abrieron la puerta saltamos sobre nuestros
captores que a esa hora estaban más distraídos y casi dormidos, escapamos corriendo en la
noche entre los altos juncos con el agua en los tobillos hasta llegar a una arenera. Al amanecer
vimos que salían camiones con arena y nos subimos a la caja de uno pudiendo escapar de la
zona para reagruparnos al día siguiente.
En 1994 fui retenido durante 3 días en Mozambique por una de las facciones en pugna ……..
¡si me habrá servido aquel entrenamiento!
Había finalizado el curso con un severo esguince de tobillo producido en el último salto en
paracaídas que me tuvo con una bota de yeso por un mes, más allá de eso me sentía en
excelentes condiciones físicas y mentales para enfrentar cualquier desafío.
6
“En el ejercito aprendí lo que es hambre, aprendí lo que es frio, aprendí lo que es dolor. Descubrí
cuánto valen exactamente 5 minutos de sueño y un pedazo más de carne, entendí que nada cae
del cielo a no ser lluvia, que baño caliente es lujo, que la colectividad no es fácil. Aprendí que
todo tiene su precio y que normalmente las cosas no son baratas. He aprendido lo que es
nostalgia y que duele. Descubrí que los grandes hombres también lloran y que las mochilas son
pesadas. Aprendí que para una buena noche de sueño no necesito cubierta ni almohada. Aprendí
que siempre he tenido demasiado.” Autor anónimo. (Polcaro, 2022).